Nací en 1967 época en la que el desarrollo tecnológico estaba muy enfocado en la carrera espacial y la guerra fría. Sin embargo, por estos lados la vida transcurría plácidamente, o eso creíamos.
La transmisión de la información no era tan rápida como lo es hoy, ni mucho menos. Nos informábamos a través de diarios, televisión y radio.
A principio de los 80, cuando entré en la secundaria, empezamos a conocer las fotocopias, hasta entonces nos arreglábamos con apuntes manuales y libros. Más adelante, cerca del final de la secundaria, creí tocar el cielo con las manos cuando mis padres me regalaron un walkman, con el que escuchaba Soda Stéreo de un casette grabado desde la radio, mientras andaba en bicicleta.
Vino la universidad y con ella los primeros rumores de las computadoras, pero jamás me preocupé porque yo era humanista y eso estaba muy lejos de mí, qué me importaba.
Pasaron los años y durante mi carrera docente como profesora de Lengua y Literatura en escuelas secundarias intenté mirar para otro lado cuando se nos insistía en la necesidad de capacitarnos en el tema. Hoy, con más de 50 años de edad y más de 25 de profesión, estoy intentando amigarme con las TIC, tal vez lo logre.
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